Yo me equivoco mucho, tal vez demasiado, pero creo que acierto cuando rechazo los proyectos faraónicos del Ayuntamiento de esta ciudad. Amo Zaragoza, no quiero verla sólo como el lugar donde vivo, escribo, trabajo, río o lloro. La Expo de Zaragoza no entró en el casco viejo. Dejó infraestructura vital en la ciudad, pero pasó de largo aquí, permitiendo que una parte del barrio siguiera varada. Nada nuevo, por otra parte. Tanto la izquierda como la derecha han practicado la política del olvido en el barrio. La crisis en el casco viejo de Zaragoza es como un cristal punzante que va rasgando viviendas, familias, identidades, comercios… Va rasgando, en definitiva, la vida.
Frente a los problemas, el barrio se organiza y saca su lado más positivo: “la Carrera del Gancho”, charlas informativas, mesas redondas, actividades que organiza la Asociación de Vecinos Lanuza- Casco Viejo y otras asociaciones. Hace unos días una representante de Cáritas explicaba la situación que vive una parte de la población del barrio. Crecen las familias de clase media que, con la pérdida de empleo y el azote de hipotecas, se acercan hasta Cáritas para pedir ayuda tanto económica como psicológica.
La inmigración sufre la desagrupación familiar cuando sus hijos ya integrados regresan a su país de origen. Las peticiones de ayuda para comprar material escolar o medicinas se han triplicado. El número de embargos y desahucios crece vertiginosamente. También se ha triplicado el uso del servicio de “Duchas y lavadoras”, destinado a los muchos vecinos que carecen de estos servicios en casa.
Algunas de las organizaciones que trabajan en el barrio ya agotaron su presupuesto en julio. Se encuentran desbordadas y eso que cumplen una función que, en buena parte, es responsabilidad de la administración. Cuando se pide ayuda al Ayuntamiento para un caso de urgencia, se toma cuatro meses para responder. La administración no se ha enterado del significado de las palabras crisis o urgencia.
Frente a esta situación el Ayuntamiento sigue empeñado en llevar a cabo proyectos como Expo Paisajes 2014, cuyo presupuesto de 50 millones, además de desmesurado, parece fruto de algún tipo de enajenación municipal. Tal derroche de dinero no atiende a prioridades sociales e ignora el desarrollo interior de los barrios de la ciudad consolidada. Y esto ocurre en un momento en el que la inversión social es más necesaria que nunca, debe ser prioritaria. La gravedad de la situación lo exige.
Amo mi ciudad y por ello me opongo a proyectos que dan la espalda a la ciudad consolidada, que la conducen a la degradación haciéndola invisible. Amo mi ciudad y por ello me atrevo a decir que quienes no la aman son los que diseñan una ciudad fuera de la ciudad, jugando con su futuro, con sus macro-eventos que sólo servirán a corto plazo y que se basan en la especulación. La pobreza la genera la crisis económica que vivimos, pero la ceguera de la Administración la agudiza. La Zaragoza que amo necesita el diseño de una ciudad viva y no ser el fruto del capricho de quienes no la entienden ni les importa.
Marta Navarro García Asociación de Vecinos Lanuza-Casco Viejo/Heraldo de Aragón, 11.nov.2009
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