lunes, 16 de julio de 2012

ARCOSUR: DE POLVOS Y LODOS


La continuidad de la urbanización de Arcosur está en riesgo, como cabía prever. Transformar en habitables 4,3 millones de metros cuadrados de un secarral situado a diez kilómetros del centro de Zaragoza, conlleva unos costes de transformación y de prestación de servicios municipales que los ediles del Partido Popular y del Partido Aragonés no debieron de prever hace casi diez años cuando aprobaron el plan parcial urbanístico de esta zona, con la férrea oposición del Partido Socialista y de Chunta Aragonesista.

De aquellos polvos vienen los lodos que ahora han puesto en jaque al proyecto. La mini ciudad Arcosur ha comenzado a transformarse, pero carece del capital necesario para seguir con el proceso. Mientras tanto, miles de compradores de buena fe han adquirido sus viviendas y esperan una solución.

Y la solución que han pensado los promotores de la zona consiste en que el Ayuntamiento autorice la ampliación del número de viviendas construibles para repartir entre más bolsillos los costes de urbanización pendientes.

Por las cosas de la política, quienes en 2003 impulsaron Arcosur, ahora o bien se oponen a su ampliación (PP) o bien han desaparecido del Consistorio (PAR). Y quienes entonces abominaban del proyecto (PSOE y CHA) ahora se muestran favorables a la modificación del plan parcial, después de haberlo desarrollado con entusiasmo desde el gobierno de la ciudad durante la legislatura 2003–2007.
Y de los tres concejales de IU (formación ausente del Consistorio en marzo de 2003 por falta de votos) depende ahora que se apruebe o no la autorización para incrementar la edificabilidad y la densidad de viviendas en una zona a cuyo proceso de urbanización siempre se opuso esta opción política.

¿Males mayores o males menores? ¿Coherencia o posibilismo? ¿Salvar el culo a algunos especuladores o garantizar a los compradores de buena fe una vivienda digna en un entorno adecuado?

El embrollo de Arcosur, un proyecto mal parido y mal criado, reclama ahora un salvamento de emergencia en forma de incremento del número de viviendas contenidas en él. Pero,… ¿y si estas nuevas viviendas no se vendieran? ¿Cuál sería el valor económico real del “rescate”? Este país ya sabe demasiado de burbujas inmobiliario–financieras y de dineros ficticios.

Pero es más: al margen del “beneficio” que obtendría el Ayuntamiento con las 166 nuevas viviendas que la propuesta de ampliación le regala ¿cuál sería el coste permanente de llevar allí transporte urbano, limpieza de zonas verdes, recogida de basuras, servicios municipales,… para las más de 1.600 viviendas adicionales que se proponen?

Asumido por todas las partes el inmenso error que supuso convertir en urbanizables 435 hectáreas del extrarradio de Zaragoza (condición previa para cualquier propuesta de solución), la ciudadanía y las instituciones zaragozanas deben ser capaces de encontrar ahora una salida que armonice los intereses de quienes ya han comprado sus viviendas en Arcosur (y por lo tanto, tienen derecho a vivir en una calle de Zaragoza que disponga de asfalto, aceras, farolas, transporte urbano, papeleras y contenedores de basura) con las posibilidades reales de la ciudad.

Y todo ello teniendo bien presente que errar dos veces no es sinónimo de acertar.

Crónica de Aragón 2012 07 16

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