La continuidad de la urbanización de Arcosur está en riesgo, como cabía prever. Transformar en habitables 4,3 millones de metros cuadrados de un secarral situado a diez kilómetros del centro de Zaragoza, conlleva unos costes de transformación y de prestación de servicios municipales que los ediles del Partido Popular y del Partido Aragonés no debieron de prever hace casi diez años cuando aprobaron el plan parcial urbanístico de esta zona, con la férrea oposición del Partido Socialista y de Chunta Aragonesista.
De aquellos polvos vienen los lodos que ahora han puesto en jaque al
proyecto. La mini ciudad Arcosur ha comenzado a transformarse, pero
carece del capital necesario para seguir con el proceso. Mientras tanto,
miles de compradores de buena fe han adquirido sus viviendas y esperan
una solución.
Y la solución que han pensado los promotores de la zona consiste en
que el Ayuntamiento autorice la ampliación del número de viviendas
construibles para repartir entre más bolsillos los costes de
urbanización pendientes.
Por las cosas de la política, quienes en 2003 impulsaron Arcosur,
ahora o bien se oponen a su ampliación (PP) o bien han desaparecido del
Consistorio (PAR). Y quienes entonces abominaban del proyecto (PSOE y
CHA) ahora se muestran favorables a la modificación del plan parcial,
después de haberlo desarrollado con entusiasmo desde el gobierno de la
ciudad durante la legislatura 2003–2007.
Y de los tres concejales de IU (formación ausente del Consistorio en
marzo de 2003 por falta de votos) depende ahora que se apruebe o no la
autorización para incrementar la edificabilidad y la densidad de
viviendas en una zona a cuyo proceso de urbanización siempre se opuso
esta opción política.
¿Males mayores o males menores? ¿Coherencia o posibilismo? ¿Salvar el
culo a algunos especuladores o garantizar a los compradores de buena fe
una vivienda digna en un entorno adecuado?
El embrollo de Arcosur, un proyecto mal parido y mal criado, reclama
ahora un salvamento de emergencia en forma de incremento del número de
viviendas contenidas en él. Pero,… ¿y si estas nuevas viviendas no se
vendieran? ¿Cuál sería el valor económico real del “rescate”? Este país
ya sabe demasiado de burbujas inmobiliario–financieras y de dineros
ficticios.
Pero es más: al margen del “beneficio” que obtendría el Ayuntamiento
con las 166 nuevas viviendas que la propuesta de ampliación le regala
¿cuál sería el coste permanente de llevar allí transporte urbano,
limpieza de zonas verdes, recogida de basuras, servicios municipales,…
para las más de 1.600 viviendas adicionales que se proponen?
Asumido por todas las partes el inmenso error que supuso convertir en
urbanizables 435 hectáreas del extrarradio de Zaragoza (condición
previa para cualquier propuesta de solución), la ciudadanía y las
instituciones zaragozanas deben ser capaces de encontrar ahora una
salida que armonice los intereses de quienes ya han comprado sus
viviendas en Arcosur (y por lo tanto, tienen derecho a vivir en una
calle de Zaragoza que disponga de asfalto, aceras, farolas, transporte
urbano, papeleras y contenedores de basura) con las posibilidades reales
de la ciudad.
Y todo ello teniendo bien presente que errar dos veces no es sinónimo de acertar.
Crónica de Aragón 2012 07 16
Crónica de Aragón 2012 07 16
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