lunes, 2 de septiembre de 2013

PAISAJES DE CEMENTO

Cuando la gente se pregunta dónde ha ido a parar buena parte de los créditos que concedió la banca en el auge del boom inmobiliario, solo tiene que dar una vuelta por cualquier ciudad para ver cómo una porción importante de este pastel se ha convertido en hormigón y ladrillo que se deterioran a marchas forzadas, bien porque las obras están paralizadas o porque los pisos acabados no se venden. Las causas son dispares, pero todos los casos tienen un elemento en común: la degradación del parque de vivienda en el que se invirtieron millones de euros en los últimos 10 años, con los consiguientes problemas de seguridad y de salubridad para los vecinos. Los colegios de aparejadores advierten de que recuperarlo será un proceso "carísimo y largo". En Aragón, cientos de pisos sin acabar dibujan un horizonte de cemento y vigas, una imagen lejana de lo que se proyectó inicialmente. Las zonas más afectadas se localizan en municipios del área metropolitana de Zaragoza (La Muela, San Mateo de Gállego, Cadrete...), si bien en la capital también existen algunos casos sonrojantes.

El desequilibrio entre la oferta y la demanda (en 10 años el parque de vivienda aumentó el 26%, mientras que la población española lo hizo solo el 15%, según un informe del Ministerio de Fomento), unido a la caída en picado del empleo y la subida disparada de los impagos de créditos e hipotecas, ha creado un movimiento de millones de cambios de propiedades y adjudicaciones a bancos con un marasmo legal y judicial que dificulta todavía más el mantenimiento de millares de pisos y obras a medio hacer.

Por otro lado, en pleno boom inmobiliario, el Ministerio de Fomento aprobó un nuevo código de edificación. Imponía unas calidades de los materiales de construcción, reparto de metros habitables, medidas de eficiencia energética y aislamientos mucho más exigentes que la normativa anterior. El Gobierno dio varias prórrogas para su entrada en vigor y muchos promotores aceleraron los visados para poder acogerse a la ley antigua. Sucedió básicamente en los ejercicios 2005 y 2006. Para no perder el dinero de la licencia municipal, la mayoría de estas obras se iniciaron pero a medida que bajaban las ventas se reducía el ritmo de la construcción, hasta quedar paralizada en muchos casos. Cuando estas se intenten reiniciar ya no podrán hacerlo con la norma antigua. Los promotores deberán realizar un nuevo proyecto modificado de la obra elaborado por arquitectos y renovar la licencia municipal, dos trámites con un coste elevado.

Muchas de estas promociones pertenecen a la banca, en estos momentos la mayor inmobiliaria del país. Los aparejadores están convencidos de que el sector financiero no sabe exactamente el estado de su patrimonio en inmuebles. El proceso de fusiones bancarias, las cifras que se han conocido cuando han llegado los nuevos gestores y el proceso legal en el que se encuentran miles de adjudicaciones, con empresas, constructores e inmobiliarias en concurso, hacen que el conocimiento concreto de la situación de cada bloque de pisos sea complicado, incluso entre viviendas de la misma promoción.

PELIGROS Y SALUBRIDAD La falta de mantenimiento incluso de los bloques de pisos ya acabados, pero sujetos a litigios judiciales que impiden su venta (si hubiera comprador), llega en algunos casos a afectar a lo que los arquitectos técnicos califican de "pura supervivencia" de los edificios. Muchas obras se han quedado durante años sin un responsable fácilmente identificable y han sido objeto de saqueos. Otras, sobre todo en entornos menos urbanos, han acabado ocupadas temporalmente por animales. Si han sido perros, se añade el problema de las pulgas hasta el punto de que es imposible entrar sin una labor previa de desinfección.

En entornos urbanos, las obras a medio hacer se convierten en palomares y focos de ratas. Por eso, cuando se paraliza una construcción, sus responsables deben adoptar las medidas necesarias para que no se convierta en un abandono y se cierre con todos los elementos de seguridad y de mantenimiento necesarios para evitar riesgos a terceros.

Pero estos no son los únicos problemas. En todo periodo de crisis surgen especialistas en aprovecharse de los árboles caídos. En la construcción han aparecido falsos promotores que mediante firmas intermedias y con el teórico compromiso de hacerse cargo de todas las deudas y liquidar la empresa compran a sus propietarios arruinados la sociedad promotora a coste cero. Su única intención es vender las viviendas al banco, cobrar el IVA, no ingresarlo a Hacienda, e incluso alquilar en negro los pisos si están en buenas condiciones durante el proceso. Y antes de que se descubra todo el pastel, desaparecen.



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