Un nutrido grupo de personas estudiosas y/o defensoras de los espacios tradicionales de huerta en la Península Ibérica nos reunimos a finales del mes de marzo en Baeza (Jaen) con motivo del curso que organizaba la Universidad Internacional de Andalucía con el título "El patrimonio agrario: la protección de vegas y huertas históricas en las áreas periurbanas".
Después de unas ponencias de carácter introductorio y teórico, la segunda parte de este curso consistió en sucesivas exposiciones sobre los valores y problemática actual de las huertas históricas de Granada, Pegalajar, Orihuela, Zaragoza, Valencia y Murcia.
Eugenio Cejudo y Pepe Castillo hablaron de la vega de Granada destacando su carácter de espacio agrario secular trasformado radicalmente en los últimos años a causa del auge del ladrillo y del crecimiento exponencial de la población en los municipios del área metropolitana. Repasaron asimismo el carácter patrimonial de este espacio, con el máximo aval de la huella de García Lorca para pedir su protección, aún teniendo en cuenta que si bien consideraban necesario proteger era mucho más importante gestionar.
La intervención de Salvador Mesa sobre la huerta de Pegalajar, en la provincia de Jaén, destacó entre las demás debido a tratarse de un pequeño espacio de huerta más bien de carácter rural aunque de indudables valores patrimoniales.
Gregorio Canales expuso la historia y situación actual de la Huerta Baja del Segura, en torno a Orihuela en la provincia de Alicante y continuación física de la huerta de Murcia. Este espacio resulta asimismo singular por el extremo aprovechamiento a que se vio sometido el escaso caudal del río Segura en un sistema que recogía las aguas sobrantes de los riegos para devolverlas al cauce que volvía a ser sangrado aguas abajo. En la actualidad, el desarrollo turístico de la zona ha conseguido desplazar su eje urbanístico hacia el litoral quedando el espacio de huerta en muy precarias condiciones.
El que suscribe estas líneas disertó sobre la historia, el patrimonio y la situación actual de la Huerta de Zaragoza desgranando su peculiar entorno, su larga historia, su patrimonio monumental, etnológico, inmaterial, agrario y natural, así como algunas pinceladas sobre su situación actual: las afecciones entre las que destacan la presión urbanística y el abandono de cultivos hortícolas, el descenso alarmante en el número de hortelanos, así como las iniciativas surgidas en los últimos años como la Mesa de la Huerta de Ebrópolis y sobre todo la polémica surgida en torno a la huerta de Las Fuentes con el importante papel de la Plataforma Ciudad Compacta 2014 en el aplazamiento (por lo menos) de la prevista ExpoPaisajes.
Vicente Torres, del colectivo Per l’Horta de Valencia, planteó la situación de una huerta inserta en un área metropolitana de un millón y medio de habitantes. Constituye una compleja trama productiva, hidráulica y residencial (incluyendo las viviendas tradicionales como alquerías y barracas) en estrecha relación con la ciudad. En la actualidad el cultivo de naranjas ha supuesto que el 85 % de los hortelanos lo sean a tiempo parcial con la consiguiente desprofesionalización del sector y falta de relevo generacional. Sufre por otra parte múltiples agresiones como vertidos industriales, talleres ilegales en antiguas alquerías, grandes infraestructuras viales como cinturones hasta los que ha ido avanzando el suelo urbano, conurbaciones...
La mitad norte de la huerta está algo mejor conservada aunque en buena parte es gracias a las movilizaciones populares que desde hace 30 años han conseguido detener sucesivos proyectos de un nuevo cinturón. Un ejemplo destacado de estas agresiones fue la expropiación de la Horta de la Punta para su conversión en zona logística del puerto comercial, ya que aunque este proyecto nunca llegó a realizarse la zona se ha trasformado en un conjunto de solares abandonados que ilustran la triste máxima de “degrada primero y recalifica después”. A cambio, la huerta valenciana está siendo los últimos años centro de un gran debate público e institucional a raíz de la redacción de un Plan de Acción Territorial por parte de la Generalitat Valenciana que todavía no ha llegado a concretarse.
José Antonio Moreno, de la Asociación para la Conservación de la Huerta de Murcia (Huermur), ofreció otro interesante relato sobre la maltrecha huerta media del Segura en el describió una situación actual al borde del caos a partir de un urbanismo a la carta apoyado por un PGOU que preveía duplicar la población de hace tan solo diez años, la “modernización del regadío” mediante el entubado de acequias y azarbes que muchas veces servía para trazar encima de la antigua acequia un camino asfaltado a los lados del cual se iba edificando, y todo ello sin un Plan de Modernización de Regadíos.
Ante todo ello, Huermur ha intentado huir de la protesta pública para centrarse en una acción judicial que ha dado desiguales resultados prácticos pero que ha conseguido incorporar el debate sobre la huerta a la actualidad murciana de tal manera que a día de hoy todos los partidos abanderan la defensa de la huerta en sus programas para las próximas elecciones. Otra de sus acciones ha sido la petición de la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) para la red de acequias de la huerta cuya resolución todavía se encuentra en los tribunales.
El curso remató con una mesa-debate en la que representantes de Pegalajar, Zaragoza (en nombre de la Plataforma Ciudad Compacta 2014 intervino Olga Conde), Granada, Motril, Alicante, Antequera y Valencia resumieron el estado de sus huertas así como sus propuestas de actuación y se avanzó en el establecimiento de cierta coordinación común.
Algunas de las iniciativas e inquietudes que no dejaron de aparecer en este debate fueron la recuperación de cultivos tradicionales, los mercados agroecológicos de proximidad, el esfuerzo necesario en la formación profesional agraria, la consideración de estas áreas como reservorios amenazados de suelo fértil, la preferencia de fórmulas de revalorización productiva antes que las de protección urbanística, la potenciación de las huertas como seña de identidad local, la necesidad de una escala de planificación supramunicipal, o la apuesta por estrategias de dinamización y gestión de estos espacios a partir de la figura de Parque Agrario u otras similares. Además hubo coincidencia en tomar como referencia estatal la actividad del Parc Agrari del Baix Llobregat así como a su máximo responsable Josep Montasell.
En este sentido, uno de los documentos más interesantes que se distribuyó fue la Carta de la Agricultura Periurbana, firmada en Castelldefels en septiembre de 2010, en la que se define Parque Agrario como “espacio agrario periurbano gestionado con el objetivo de preservar las funciones agrarias propias y promover el desarrollo económico y territorial de las explotaciones agrícolas, a la vez que conservar y difundir los valores ecológicos y culturales asociados al mismo”.
Después de unas ponencias de carácter introductorio y teórico, la segunda parte de este curso consistió en sucesivas exposiciones sobre los valores y problemática actual de las huertas históricas de Granada, Pegalajar, Orihuela, Zaragoza, Valencia y Murcia.
Eugenio Cejudo y Pepe Castillo hablaron de la vega de Granada destacando su carácter de espacio agrario secular trasformado radicalmente en los últimos años a causa del auge del ladrillo y del crecimiento exponencial de la población en los municipios del área metropolitana. Repasaron asimismo el carácter patrimonial de este espacio, con el máximo aval de la huella de García Lorca para pedir su protección, aún teniendo en cuenta que si bien consideraban necesario proteger era mucho más importante gestionar.
La intervención de Salvador Mesa sobre la huerta de Pegalajar, en la provincia de Jaén, destacó entre las demás debido a tratarse de un pequeño espacio de huerta más bien de carácter rural aunque de indudables valores patrimoniales.
Gregorio Canales expuso la historia y situación actual de la Huerta Baja del Segura, en torno a Orihuela en la provincia de Alicante y continuación física de la huerta de Murcia. Este espacio resulta asimismo singular por el extremo aprovechamiento a que se vio sometido el escaso caudal del río Segura en un sistema que recogía las aguas sobrantes de los riegos para devolverlas al cauce que volvía a ser sangrado aguas abajo. En la actualidad, el desarrollo turístico de la zona ha conseguido desplazar su eje urbanístico hacia el litoral quedando el espacio de huerta en muy precarias condiciones.
El que suscribe estas líneas disertó sobre la historia, el patrimonio y la situación actual de la Huerta de Zaragoza desgranando su peculiar entorno, su larga historia, su patrimonio monumental, etnológico, inmaterial, agrario y natural, así como algunas pinceladas sobre su situación actual: las afecciones entre las que destacan la presión urbanística y el abandono de cultivos hortícolas, el descenso alarmante en el número de hortelanos, así como las iniciativas surgidas en los últimos años como la Mesa de la Huerta de Ebrópolis y sobre todo la polémica surgida en torno a la huerta de Las Fuentes con el importante papel de la Plataforma Ciudad Compacta 2014 en el aplazamiento (por lo menos) de la prevista ExpoPaisajes.
Vicente Torres, del colectivo Per l’Horta de Valencia, planteó la situación de una huerta inserta en un área metropolitana de un millón y medio de habitantes. Constituye una compleja trama productiva, hidráulica y residencial (incluyendo las viviendas tradicionales como alquerías y barracas) en estrecha relación con la ciudad. En la actualidad el cultivo de naranjas ha supuesto que el 85 % de los hortelanos lo sean a tiempo parcial con la consiguiente desprofesionalización del sector y falta de relevo generacional. Sufre por otra parte múltiples agresiones como vertidos industriales, talleres ilegales en antiguas alquerías, grandes infraestructuras viales como cinturones hasta los que ha ido avanzando el suelo urbano, conurbaciones...
La mitad norte de la huerta está algo mejor conservada aunque en buena parte es gracias a las movilizaciones populares que desde hace 30 años han conseguido detener sucesivos proyectos de un nuevo cinturón. Un ejemplo destacado de estas agresiones fue la expropiación de la Horta de la Punta para su conversión en zona logística del puerto comercial, ya que aunque este proyecto nunca llegó a realizarse la zona se ha trasformado en un conjunto de solares abandonados que ilustran la triste máxima de “degrada primero y recalifica después”. A cambio, la huerta valenciana está siendo los últimos años centro de un gran debate público e institucional a raíz de la redacción de un Plan de Acción Territorial por parte de la Generalitat Valenciana que todavía no ha llegado a concretarse.
José Antonio Moreno, de la Asociación para la Conservación de la Huerta de Murcia (Huermur), ofreció otro interesante relato sobre la maltrecha huerta media del Segura en el describió una situación actual al borde del caos a partir de un urbanismo a la carta apoyado por un PGOU que preveía duplicar la población de hace tan solo diez años, la “modernización del regadío” mediante el entubado de acequias y azarbes que muchas veces servía para trazar encima de la antigua acequia un camino asfaltado a los lados del cual se iba edificando, y todo ello sin un Plan de Modernización de Regadíos.
Ante todo ello, Huermur ha intentado huir de la protesta pública para centrarse en una acción judicial que ha dado desiguales resultados prácticos pero que ha conseguido incorporar el debate sobre la huerta a la actualidad murciana de tal manera que a día de hoy todos los partidos abanderan la defensa de la huerta en sus programas para las próximas elecciones. Otra de sus acciones ha sido la petición de la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) para la red de acequias de la huerta cuya resolución todavía se encuentra en los tribunales.
El curso remató con una mesa-debate en la que representantes de Pegalajar, Zaragoza (en nombre de la Plataforma Ciudad Compacta 2014 intervino Olga Conde), Granada, Motril, Alicante, Antequera y Valencia resumieron el estado de sus huertas así como sus propuestas de actuación y se avanzó en el establecimiento de cierta coordinación común.
Algunas de las iniciativas e inquietudes que no dejaron de aparecer en este debate fueron la recuperación de cultivos tradicionales, los mercados agroecológicos de proximidad, el esfuerzo necesario en la formación profesional agraria, la consideración de estas áreas como reservorios amenazados de suelo fértil, la preferencia de fórmulas de revalorización productiva antes que las de protección urbanística, la potenciación de las huertas como seña de identidad local, la necesidad de una escala de planificación supramunicipal, o la apuesta por estrategias de dinamización y gestión de estos espacios a partir de la figura de Parque Agrario u otras similares. Además hubo coincidencia en tomar como referencia estatal la actividad del Parc Agrari del Baix Llobregat así como a su máximo responsable Josep Montasell.
En este sentido, uno de los documentos más interesantes que se distribuyó fue la Carta de la Agricultura Periurbana, firmada en Castelldefels en septiembre de 2010, en la que se define Parque Agrario como “espacio agrario periurbano gestionado con el objetivo de preservar las funciones agrarias propias y promover el desarrollo económico y territorial de las explotaciones agrícolas, a la vez que conservar y difundir los valores ecológicos y culturales asociados al mismo”.
Félix A. Rivas. Técnico en Patrimonio Cultural
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